Carlos Barba Daza le siguió la cuerda al español Jorge Hernández Fernández cuando le escribió por WhatsApppara decirle que se reuniría en secreto con el expresidente Pedro Castillo. Experimentado oficial de la Dirección de Inteligencia Naval , Barba pensó que Hernández era un aficionado a los juegos de espías, que encantan a los espíritus megalómanos. Sin embargo, constató que se equivocó en el momento en que Castillo ingresó en la parte posterior del vehículo presidencial que manejaba su asesor de inteligencia, Henry Shimabukuro Guevara, y le extendió la mano para saludarlo.
Esto es lo que Carlos Barba, el agente José Medina, relató a La República del increíble encuentro con el exmandatario Castillo:
Es más, no quería bajarse del carro porque decía: ?Ahora qué digo para bajar?. ?Si es el presidente, baje no más?, le dije. Me daban ganas de abrir la puerta y decirle bájate. No quería bajar del carro.No sabía qué hacer. Estaba nervioso, como diciendo: ?Baja tú?. ?Usted es el presidente, no tiene por qué decir nada, baje no más?. ?No, pero qué digo?. ?Usted no tiene que decir nada. Usted es el presidente?. Entonces, como su carro estaba adelante, le dije ?baje, no mire a ningún lado y de frente métase al otro carro?, y entonces recién bajó?.
Además de oficial calificado en Guerra de Superficie e Inteligencia Naval, Carlos Barba estudió Psicología con especialización en el análisis de riesgo de personas. Por lo tanto, estaba en condiciones de interpretar la conducta del expresidente Castillo.Estaba desbordado de emociones. ¿Cómo se le ocurre pedirle a un desconocido que dirigiera la DINI o la Digimin para espiar a las autoridades que lo investigaban y a sus opositores políticos? Carlos Barba ofreció una evaluación psicológica de Castillo cuando se reunió con él:
Castillo buscaba un salvavidas del tamaño de un buque. No era consciente de que tenía el poder. De lo que sí era consciente es que había hecho cosas malas, porque cuando llamo la atención de que su problema es que ha escogido mal a sus ministros, sobre la gente de la que se rodea, el presidente no me dijo: Usted qué tiene, no, nada. No replicó. Escuchaba, nada más. Muchos piensan que yo he grabado esa conversación, pero no la grabé.Digo, por qué no grabé. No llevé ni un alambre porque si se daban cuenta por un tubo me enviaban a la cárcel.
Tenía mucho que perder y aparte no sabía que la seguridad iba a ser tan ridícula. Estaba nervioso. Hablaba con dificultad. Castillo es una persona que sabe cuáles son sus limitaciones y cuando se da cuenta de eso él prefiere no hablar mucho porque no quiere exponerse como un torpe. Hablaba muy poco, despacio, tímido y, en cambio, yo ya estaba en otra posición. Pedro Castillo en ese momento era manipulable al 100%.
¿Cómo explicar que un jefe de Estado se reúna con una persona que no conoce, a la que no ha revisado sus antecedentes, y ofrecerle cometer varios delitos?, le pregunto a Carlos Barba. La sola propuesta de armar un equipo de espionaje y de comprar un sistema de interceptación telefónica son varios graves delitos a la vez.Barba, que ha enfrentado acusaciones similares, de las que ha salido absuelto, sabía perfectamente a lo que se refería Castillo.
Así lo declaró Barba a La República:
Exacto. Me puse a pensar esa vaina. Ni bien se fue Castillo, en el camino de retorno yo me decía que lo que me había planteado es un ilícito. Me estoy metiendo en un problema y yo no tengo respaldo de nadie. He venido solo acá. Trataba un poco de darle respuesta a todo lo sucedido.Esos patas, el Español y sus amigos, me han abierto las puertas, pero necesitaba respuestas. La primera persona que me iba a dar respuesta a eso era el Español. ¿Quién era el Español? ¿Cómo un presidente confía en esta persona que no está dentro de su lista de asesores, o al menos no es oficial, y a ojos cerrados me da ese crédito para ser el jefe de la inteligencia nacional? Porque el Español le pudo haber presentado hasta otro agente secreto de otro país.
Sería la mayor infiltración de otro país al Perú. Es por eso que lo llamo al Español en caliente, allí mismo, saliendo y le digo:?Tenemos que vernos sí o sí?. Yo estaba en Chorrillos y he ido hasta La Molina. Llegó, y allí es donde recién lo conozco. Un pata de 35 años más o menos, alto, tatuado, hablaba como centroamericano. Parecía un reguetonero. Comenzamos a hablar y me di cuenta porque le pedía explicaciones al Español. Entró al entorno de Castillo por los sobrinos. El Español es amigo de Fray Vásquez Castillo. El Español y Fray Vásquez se conocieron en el Callao. Así fue. Así entró?.
Continuará.