Edwards era diplomático de carrera. Abrazó la profesión, como muchos escritores, con la seguridad que no haría nada y tendría mucho tiempo para leer y escribir. Pero se equivocó, los diplomáticos hacemos un montón de tonterías? lo dijo irónicamente una mañana de diciembre de 2015 en el Hay Festival de Arequipa.
– ¿Qué recuerdos tiene de él como compinche?
Les contaré cómo lo conocí. Llegué a París como tercer secretario de la embajada chilena en Francia. Allí había una chilena de origen polaco, amiga de mi mujer, Beatriz Peteatkowicz que se casó con Jean Supervielle, hijo del célebre poeta Jules Supervielle. Él me invita a un programa en Radio Televisión Francesa donde era director, llamado “Literatura al día”. Nos daban un libro en francés y nosotros lo comentábamos en español para darlo a conocer al mundo de habla hispana. A ese programa, me dice Supervielle, va un joven peruano que lee mucho. En esa edición hubo una discusión de una novela francesa que en el fondo nos había aburrido mucho a todos. Después llegamos a un café. Ahí el joven peruano me llamó la atención. Tenía una fuerte noción literaria, tenía una idea de la novela de caballería, la novela rusa, francesa, etc. Nos hicimos bastante amigos, luego me enteré que se llamaba Mario Vargas Llosa, desconocía que era escritor. Después me da el libro “Los jefes” y yo le doy un libro mío de cuentos “Gente de la ciudad”. Este joven peruano, cinco años menor que yo, era muy aficionado al cine de una manera distinta a la mía. A mi gustaba mucho el cine europeo, Fresa Salvaje, algunos franceses e italianos como Federico Fellini. En cambio a Mario le gustaba la novela de vaqueros de Estados Unidos. Intecambiábamos. Yo lo llevaba a ver una de Fellini y el me llevaba a ver una de vaqueros. Después de la película él debía correr a su trabajo, él trabaja en la radio nocturna.
– ¿Pero había mucha complicidad literaria?
Teníamos lecturas compartidas. Él era un gran seguidor de Flaubert y yo de unos autores ingleses y rusos. Coincidíamos en muchas lecturas.
-Usted publicó Persona Non Grata (1973) que resume su accidentado paso en la embajada chilena en Cuba por las críticas permanentes que hacía al estilo totalitario de Fidel Castro. ¿Los primeros en leer ese libro fueron Carlos Barral y Mario Vargas Llosa?
Yo creo que sí fueron los primeros.
-¿La desilusión con Cuba fue por el estilo totalitario que empezaba a asomar en Castro?
Vargas Llosa y yo conocíamos Cuba. Veíamos con preocupación la censura. Nos impresionó la falta de libertad de expresión. Recuerdo haber coincidido una vez con él en La Habana, almorzamos con José Lezama Lima, un poeta de ese país, donde nos preocupó mucho la falta de libertad de expresión. Como muchos jóvenes primero me entusiasmé con la revolución cubana pero cuando llegué allá me desilusioné.
-¿A propósito de Jean Paul Sartre que fue un escritor influyente en el boom de la literatura cree usted que ha envejecido mucho?
A mí me importa un rábano Jean Paul Sarte. Es un tema completamente pasado de moda. No le interesa a nadie. Estuve cuatro años en Francia y ¿usted cree que alguien se acuerda de él?. Hoy se habla de Albert Camus, del surrealismo y de unos filósofos nuevos. Sartre es un anacronismo. Fidel Castro está en la plaza de la revolución con Jean Paul Sartre. Fidel le dice: yo al pueblo le doy lo que me pide?. Y no le podía dar ni la comida más elemental. Sartre le pregunta: ¿y si le pide la luna? Fidel responde: les doy la luna?. Jean Paul Sartre queda extasiado con esta respuesta que era una verdadera estupidez. Un político tiene que prometer lo que se puede cumplir y tiene que encontrar medios para hacer las cosas de manera eficaz. Él era uno de los filósofos más complicados, medio enredado de mente, era muy hedegeriano, provenía de la filosofía de alemana.
-¿Escribió una visión personal del boom de la literatura. A más de cuarenta años cree que este fenómeno es irrepetible?
Fue un movimiento importante que marcó una etapa histórica de la literatura latinoamericana que tiene algunas características. No rechaza la descripción del mundo latinoamericano que lo hizo la literatura naturalista o criollista, pero introduce algunos elementos como la fantasía. Juan Rulfo es un gran ejemplo. Introduce un lenguaje que no es puramente informativo o descriptivo que tiene elementos de la poesía anterior al boom. A mí me llamó la atención de los autores de boom sus lecturas de César Vallejo, de Pablo Neruda, la poesía de Borges. Y también la lectura de corrientes narrativas de la literatura, Kafka, Faulkner, Joyce, etc.
-¿Para plasmar la técnica a la hora de plasmar sus historias?
No necesariamente, eso es reducir las cosas mucho. Esos autores eran creadores de grandes mundos literarios, de atmósferas poéticas que uno quería introducir en la narrativa de la lengua latinoamericana. Por lo demás hay una coincidencia con lo que estaban haciendo los jóvenes españoles, Juan Benet, Juan García Hortelano.
-¿Pero en la literatura de lengua castellana no creo que haya un fenómeno parecido al boom?
Mi generación tenía aspiraciones básicamente literarias. Ahora interfiere también mucho el tema de las ventas y los premios en la creación literaria.
-¿Cuál es el aporte de Vargas Llosa en la literatura universal?
Llega Europa en los años cincuenta y lleva una visión del Perú, incluso del mundo selvático que él expresa de una forma muy avanzada en su tiempo, esa forma literaria viene Flaubert y de William Faulkner en un castellano diferente, el habla coloquial y popular de Perú, luego entra con un idioma culto y alcanza una síntesis. Entonces los europeos se encuentran con un mundo literario que ellos desconocen completamente y que habla de un mundo geográfico, cultural, sociológico. Los europeos comienzan a descubrir América Latina a través de lo que estaba haciendo Fidel Castro en Cuba y en la literatura de Vargas Llosa, Carpentier, Fuentes hasta cierto punto y Rulfo, no olvidemos la literatura brasilera con Gimaraes Rosa con Gran Sertao traducido a todos los idiomas y tiene una influencia en todo el pensamiento europeo.
-Mario y usted hicieron pronunciamientos de paz cuando las relaciones entre Perú y Chile se tensaban.
Mario y yo conversamos del tema Perú Chile en una época que se decía que Perú haría una guerra contra Chile, en el centenario de la guerra del Pacífico. En la década del setenta del siglo pasado. Juan Velasco Alvarado era su presidente. Nosotros hicimos una declaración chilena y peruana. Yo encabecé el lado chileno y recogí firmas en mí país y él recogió firmas en Perú para evitar la guerra. Luego en el juicio ese de la Haya se hizo un llamado para respetar el fallo y que éste no siembre cizaña y enemistad.
-¿Los escritores en ese sentido están más despojados de los nacionalismos?
El nacionalismo es una forma de enfermedad pero es una enfermedad difícil de suprimir, piense en el tema de Cataluña España, si hay una separación pierde España y pierde Cataluña.